Nuestro segundo día en Dinamarca nos llevó a conocer el fabuloso castillo renacentista de Frederiksborg (el más grande de Escandinavia).
Nos subimos al tren E desde nuestro hotel en Copenhague y después de media hora ya estábamos en pintoresco pueblo de Hillerød.
El pueblito en si no tiene mucho, la caminata desde la estación de tren hacia el castillo es muy agradable, como en todos los pueblos escandinavos, en donde siempre vale la pena perderse un poco.
Justo llegando a la plaza central nos encontramos con dos cosas: primero la mejor vista “panorámica” del castillo, más que aprovechable para hacer muy buenas fotos desde ahí, disfrutando de la increíble vista del lago que lo rodea y el castillo reflejando en el mismo.
La segunda cosa que nos encontramos es que desde ese punto hasta el puente que da la entrada al castillo, hay una gran peatonal comercial que hay que atravesar si o sí.
La verdad que a pesar de tener bueno gusto y no perjudicar la experiencia para nada hay veces en las que uno preferiría que todo esté un poco menos invadido por este tipo de emprendimientos, sin dudas que es un signo de los tiempos que corren.
Lo mejor de ir en otoño (a prácticamente cualquier destino) es que la cantidad de turistas se ve, es extremadamente reducida, así que el disfrute de todo el paseo fue absoluto, en la entrada del castillo no había nadie y eso que estamos hablando del que probablemente sea el castillo más lindo del norte de Europa.
Frederiksborg Slot fue construido como residencia por Christian IV (le perteneció entre el siglo 16 y 17), notorio rey danés, que en ese momento también reinaba sobre Noruega.
Como pasa siempre en estos castillos de época, abundaba el lujo y el buen gusto.
De lo que se puede visitar dentro del castillo, una de las cosas mas sorprendentes es el salón de baile, realmente imponente, casi sacado de un cuento. Roxi quería bailar como una princesa, pero su príncipe resultó medio pata dura!
El otro punto alto dentro del castillo es la capilla de estilo gótico-barroco (establecida por Christian V en este caso) en donde algo que me llamó mucho la atención son los Escudos de distintas ordenes de caballeros y aristocráticos de la época. Es una colección única en donde se abarcan más de 300 años de las dos órdenes mas importantes de caballeros que fueron honrados al colgar sus insignias entre los siglos 16 y 18.
Donde mas resalta la arquitectura del castillo, es afuera. Por un lado, en las fuentes, esculturas y adornos que embellecen su entrada, algo digno de ver y en donde tuvimos la suerte de pasar mucho tiempo sin que nadie nos moleste. Casi como ser dueños del lugar por un rato 🙂
Y por otro lado, la estrella del paseo, el espectacular jardín trasero, que se puede recorrer libremente y en donde hasta se ve pasar daneses realizando jogging y disfrutando del escenario increíble.
Obligado sentarse en la terraza superior y disfrutar un buen rato de la vista del jardín con el lago y el castillo de fondo!
El atardecer terminó de cerrar una imagen increíble de todo el lugar y nos negábamos a irnos, pero ya caía la noche, era tiempo de volver, cenar y luego ir a conocer el genial Tivoli, pero eso lo dejamos para otro post…
** Gaby **